Gestión del tiempo: Cómo organizarte sin perder la calma (ni el pelo)

Si el día tuviera 48 horas, igual seguiría sintiendo que me falta tiempo. Entre el trabajo, la casa, la familia y esos intentos fallidos de hacer ejercicio, gestionar mi agenda parecía más difícil que resolver un cubo de Rubik con los ojos cerrados.

Por suerte, después de muchas agendas llenas de tachones y alguna que otra crisis existencial, he encontrado algunos trucos que realmente funcionan (y no implican venderle el alma al diablo para conseguir más horas en el día).

1. La lista de tareas, mi mejor amiga (y a veces, mi peor enemiga)

Antes tenía una lista de pendientes que parecía la carta de Santa Claus. Larguísima y poco realista. Ahora hago algo mucho más eficaz:

✅ Escribo lo realmente importante.
✅ Agrupo tareas por categorías (trabajo, casa, familia).
✅ Y lo mejor: no meto más de cinco cosas clave al día.

El truco está en ser realista. Si intento meter 20 tareas, acabo frustrada, cansada y con la sensación de que no hice nada (aunque haya salvado al mundo y preparado la cena).

2. El método “come sapos” (te juro que funciona)

Este método dice que hay que empezar el día con la tarea más difícil o la que menos ganas tienes de hacer. Es decir, ese “sapo” que te da pereza solo de pensarlo.

¿La ventaja? Una vez te lo quitas de encima, todo lo demás parece un paseo por el parque.

Por ejemplo, si tengo que hacer una llamada incómoda o enfrentarme a un montón de correos, lo hago lo primero del día. Después me siento como una heroína invencible (o al menos con derecho a comerme un trozo de chocolate como premio).

3. El poder del temporizador (alias, el truco para no perderme en TikTok)

No sé cuántas veces me he sentado “solo cinco minutos” a revisar el móvil y, de repente, ¡zas!, han pasado dos horas.

Ahora uso el temporizador para todo. Me pongo 25 minutos para trabajar a tope y luego 5 minutos de descanso (se llama técnica Pomodoro, pero yo le digo “mi salvavidas”). Es increíble cuánto puedes avanzar cuando sabes que el reloj está corriendo.

4. Aprender a decir “NO” (sin parecer una ogra)

Este fue un gran descubrimiento. Antes decía que sí a todo, desde favores hasta reuniones que no llevaban a nada. Ahora, cuando algo no encaja en mi agenda, digo:

«Me encantaría ayudarte, pero ahora mismo estoy a tope. ¿Podemos verlo en otro momento?»

Y ya está. No he perdido amigos ni me han lanzado tomates por decir que no.

5. Las pausas son sagradas (y no negociables)

Antes pensaba que parar era perder el tiempo. Error fatal. Ahora entiendo que tomarme un respiro me hace más productiva.

A veces solo necesito 10 minutos para tomarme un café en paz, estirar las piernas o simplemente mirar el techo. Después vuelvo con las pilas cargadas y, lo mejor de todo, con menos ganas de tirar el ordenador por la ventana.

6. Las apps organizadoras, mis heroínas silenciosas

He probado de todo: agendas de papel, pizarras gigantes y hasta post-its por toda la casa (spoiler: no funcionó). Ahora confío en apps como Trello, Notion o incluso el clásico Google Calendar.

Lo mejor es que me avisan cuando olvido algo, porque… bueno, mi memoria ya no es lo que era.

7. Y lo más importante: No te castigues si el plan se va al traste

Hay días en los que, por mucho que lo intentes, todo se desmorona. El niño se pone malo, el jefe decide que hoy es el día de mandarte mil tareas urgentes o simplemente te quedas atrapada en una reunión interminable.

Cuando eso pasa, me digo a mí misma: “Hoy no ha salido bien, pero mañana será otro día”. Y, sinceramente, eso me ha ahorrado muchas frustraciones.

Conclusión: No necesitas ser un reloj suizo para gestionar tu tiempo

La clave está en encontrar lo que mejor se adapte a ti. Haz pausas, acepta que no puedes hacerlo todo y no olvides que la organización es una herramienta para vivir mejor, no una excusa para volverte loca.

¿Cuál es tu truco estrella para organizarte? ¡Compártelo y salvemos juntas al mundo del caos horario!

Deja un comentario